Demasiado a menudo nos encontramos en situaciones, relaciones,
diálogos, encuentros, desencuentros que gestionamos focalizando nuestras
fuerzas en lo que nosotros
necesitamos, en lo que nosotros
sentimos, en cómo nosotros
afrontamos dichas situaciones, cómo y cuándo nos comunicamos nosotros y si la persona que a la que dirigimos
esa atención no nos corresponde en la forma, medida, lugar y tiempo que lo
haríamos nosotros, o que nos gustaría que hiciera, la desdeñamos,
minusvaloramos. Parece como si los demás
hubieran venido al mundo a satisfacer carencias, expectativas…
¿Por qué? ¿Por qué no somos capaces a priori de partir de la
base de que cada cual es distinto, cada quien tiene sus tiempos, sus medios y
sus formas de expresarse? ¿Por qué hacemos depender de otro nuestro propio bienestar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario